martes, 15 de diciembre de 2009

Ida, El Salvador noviembre 2009

Ilopango y St Tomas, 3 diciembre 2009

Un hijo enterrado bajo lodo, tierra y piedras.
Encontrado demasiado tarde, sólo un cuerpo: aún le lloran.
Agua cae, agua cayó
y destruyó casas, cosechas y ahogó la fuerza cotidiana.
Una anciana con la panza hinchada y moscas y una voz que tiembla, susurra:
Ayúdenme...
Quienes somos para darles esperanza?
Yo no soy nadie y un hueco y desesperanza
los ojos se me llenan de polvo y mis pies se hunden en piedras.
Me cuesta saber si despedirme con una sonrisa o con lamento.
En casa me baño, me quito el polvo y la falsa cara,
me froto para que se caiga la incomodidad vergonzosa, cierro los ojos azules
y el agua cae sobre mi cuerpo en el que sigo caminando.
Mi vía es ancha, con cruces y atajos, sin indicadores ni límites de velocidad.
Yo si deseo me cambio de carril, pero me quedo en la ducha,
que el agua caiga.
Esa misma agua que crea diluvios, que entierra a niños y enferma a abuelas
que no sacan el llanto por el nieto perdido.
Pero miran con ojos vacíos hacía otro vacío
al otro lado de la calle.

En otro municipio me miran ojos de esperanza:

Casi se olvidan de respirar por querernos contar...
...que son Mujeres Jóvenes Transformando una Nueva Generación.
Gesticulando explican como la desesperación se convierte en satisfacción
cuando sienten que forman parte del pueblo solidario,
el que apoya a vecinos y familiares en un trabajo de 24 horas:
una lucha contínua para recuperar y reconstruir su barrio,
casas y cosechas.
La fuerza cotidiana se convierte en ollas de frijoles, en juegos y abrazos.
Son mujeres jóvenes que llevan camisetas con el texto:
"Por un embarazo cuando yo lo decida",
que platican con el alcalde como si fuera uno de sus mejores amigos.
Hay escucha.
Son estrellas de la solidaridad.
Sin fama emiten luz y energía,
multiplicando las pequeñas aportaciones de una sociedad lejana,
transformando el diluvio de destrozo en actos de fe y de presencia.
Es su lugar,
allí viven, sufren y luchan en el aquí y el ahora
por una vida digna llena de fuerza y sonrisas.
Me siento pequeña.
No tengo su fe, ni su espíritu luchadora salvadoreña.
Me voy impresionada y llena de agradecimiento
por haber tenido la oportunidad de compartir unos momentos con esas jóvenes mujeres
que desean transformar la nueva generación.