sábado, 21 de septiembre de 2013

La bicicleta negra





Ruido. Se paralizan los pies. Me niego pagar un taxi. Se ha saltado la cadena y con ella salta todo la buena fe que tenía para sobrevivir este día. Hace un par de semanas, (o era ayer?) había una persona a mi lado que sabía reponer la cadena y lo hacía con una sonrisa, manos negras y sin ningún suspiro. Maldigo la cadena y mis malditas ganas de caminar sola por el mundo, sola conmigo en la enfermedad y en la salud. No sé que soy sino un residuo desviado de alguna idea independiente y feminista, equivocada desde principio al final. Con la cadena que ha saltado el mundo se me cae encima. Nada encaja, el sol quema y no quiero ir a ninguna parte, no sé cómo voy a poder trabajar, cómo voy a poder regresar a la casa vacía, cómo voy a poder terminar de hacer las maletas para volver a irme, construir una ruta, mantenerme de pie, volar sobre mares con la idea de sanarme caminando por nuevas tierras. ¿A quién quiero engañar? Mis sueños se deshinchan por segundos, algo hace sombra alrededor mío, no veo nada y me doy cuenta que es por la cortina de lágrimas que me están cayendo… digo todas las palabrotas que sé en todos los idiomas pero la cadena y yo no nos entendemos. No me entiendo con nadie y todo es una puta mierda. Sola conmigo en la enfermedad y en la salud.
Amén.