domingo, 13 de abril de 2014

Un día de febrero

Hoy me siento agradecida. Profundamente agradecida porque mi vida es justamente como es, por lo que ha pasado, por lo que nunca dejé que pasara, por mis viajes, mis estanques, mis ríos, mis mares, mis luchas, mis desamores, mis miedos, mis fuerzas, mi sensibilidad que tiembla en el viento, mi resistencia que me bloquea y causa dolor y demasiadas dudas. Gracias a todas las puertas que se abrieron y las que se cerraron. Gracias a los trenes, a los que me subí y a los que perdí. Gracias a los alpes nevados, a los compañeros, a una situación que pensaba no ser capaz de sobrellevar, gracias a los que me apoyaron cuando pensaba que no iba a poder más.

Gracias al arroz, por todavía darme algo de tiempo de contemplación.

Doy las gracias a todos los viajeros con los que me he cruzado, los que me enseñan miles de maneras diferentes de caminar bajo este sol.

Doy las gracias a la práctica, por haber entrado en mi vida para quedarse y evolucionar conmigo.
Soy el camino y el camino soy yo.

Gracias a mi amiga del alma, sin ti no sé qué haría ni quién sería. Gracias por tantos momentos increíbles.
Gracias a todos mis amigas y amigos, en la distancia y los que están cerca, los que me acompañan con su maravillosa presencia y sabiduría.
Sin vosotros, no sería quién soy.
Con nada de lo que ha pasado o no ha pasado sería quién soy y agradezco este momento y ser exactamente así. Y gracias a la transformación, a los cambios, gracias al ayer por ser diferente al día de hoy.
Doy las gracias a los que me han ayudado a seguir creciendo, ir profundo para salir nadando, y ver más allá.


Doy gracias a la niña que levanta muros, sí, Gracias a ti por construirme un muro de protección, un caparazón que cada día se oxida más. Gracias al duende de los montes verdes que me hizo quitar una de mis capas, bajar mis defensas y darme a la gracia. Gracias a ti a ti y a ti, que cada uno en nuestros momentos, me enseñaron una pieza más de mí y un reflejo de quién quiero ser.

Gracias a la poesía, a los cuentos.

Doy gracias a la capulla, a la crisálida por no atreverse a extender sus alas, al águila que me hablaba en sueños y que con el tiempo me enseñó a volar, al caballo que me indicaba el camino, al gato que jugaba con las sombras. Al árbol por enseñarme la importancia de las raíces. A los brotes por enseñarme el dolor al brotar.
A la ignorancia.
Gracias a la inocencia de la semilla, a las ganas de florecer.

Gracias al vacío




Hoy mis ojos lucen de otro color.
Mi canto hace eco entre los volcanes.
Mi cuerpo se estremece hacía otras dimensiones.
La vida es un tejido de múltiples colores.
Nunca supe que quisiera danzar así con ella.
Gracias a la muerte.

Hoy doy gracias a todos los que vinieron antes de mí, y a los que están por venir. Los que formaron la estructura de mi mente, los patrones de mi movimiento, las sombras y las luces.
Hoy agradezco a mis padres por haberme traído a este mundo, justo aquí y de esta manera.
Doy las gracias a mis abuelos y les pido que me sigan indicando el camino. Les pido paciencia, les regalo un verso.
Doy las gracias a mis bisabuelos, a los que nunca conocí pero que viven en mi. A los que abandonaron sus tierras para sembrar en otros campos, viviendo el día desde amanecer al atardecer en su plena extensión, como un niño que no lleva reloj y que jugando pierde el sentido del tiempo y del espacio. Gracias por descubrir otras maneras para sobrevivir, otras maneras de vivir.
Doy las gracias a todos mis maestros. Ellos saben quienes son y su trabajo no tiene precio, doy gracias al destino por hacernos cruzar, por dejarme aprender con ellos.
Gracias por creer en mi y darme herramientas invalorables para ir abriendo mi corazón.
Doy las gracias a mi hermana, la adoro y quiero tanto a sus hijas que embellecen nuestra familia con su presencia honesta y auténtica, con sombras y luces.
Doy las gracias a mis guías, los que ya descubrí y los que están por venir.
Doy las gracias a todos mis profesores, especialmente a los que me animaron a  escribir.
Doy las gracias a todos mis amantes, por enseñarme a jugar, a desear, a permitirme gozar.
Doy las gracias a todos mis desamores, a los que no amé y a los que amé con locura.
Doy las gracias y pido disculpas a los que yo puedo haber dañado el corazón, con mis miedos, ansias, mis juegos, mi ingenuidad e ignorancia.

Doy las gracias a los que caminaron el camino antes que yo, no es el mismo, pero somos ramas de un mismo árbol, estrellas de un mismo cielo, espejismos de un mismo ser supremo, una misma fusión entre luces y sombras, entre consciencia y poder, destrucción y creación, entre Shiva y Shakti.
OM NAMAH SHIVAYA

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